La evolución de las prioridades de rendimiento y calidad en las tarjetas de video desde la década de 2000 hasta la mejora
A principios de la década de 2000, la industria de las tarjetas gráficas enfrentó varios escándalos relacionados con la optimización de los controladores para mejorar el rendimiento a expensas de la calidad de los gráficos, lo que provocó un descontento generalizado entre los consumidores y los críticos. Uno de los ejemplos más famosos es el escándalo con las tarjetas de video NVIDIA, cuando en 2003 la compañía fue acusada de optimizar especialmente los controladores de la tarjeta de video GeForce FX 5800 para mejorar los resultados en pruebas sintéticas específicas como 3DMark. Esto dio como resultado un rendimiento de referencia mejorado, pero la calidad de los gráficos reales de los juegos se vio afectada, lo que provocó frustración entre los usuarios.
Las consecuencias de este escándalo fueron importantes para NVIDIA. Los consumidores empezaron a dudar de su confianza en el fabricante, lo que redujo temporalmente las ventas y empeoró la reputación de la empresa. También ha contribuido a una supervisión más estricta de los métodos de prueba y los estándares de transparencia en toda la industria. NVIDIA tuvo que repensar sus prácticas de desarrollo de controladores y prometer una mayor apertura en sus prácticas de ingeniería y marketing.
Otro ejemplo es el de ATI, que también enfrentó críticas similares durante el mismo período. En particular, la tarjeta de video ATI Radeon 9700 Pro mostró resultados sobresalientes en las pruebas comparativas gracias a las optimizaciones de los controladores, lo que generó sospechas de competencia desleal. Sin embargo, a diferencia de NVIDIA, ATI pudo recuperar la confianza de los consumidores más rápidamente a través de una comunicación más abierta sobre sus métodos de optimización y centrándose en mejorar la calidad general de la experiencia del usuario.
Tecnologías de mejora como DLSS (Deep Learning Super Sampling) de NVIDIA y FSR (FidelityFX Super Resolution) de AMD se están implementando activamente en videojuegos y aplicaciones modernas para mejorar el rendimiento en hardware menos potente. Sin embargo, estas tecnologías tienen importantes desventajas que deben juzgarse en términos de la calidad de la imagen original.
La ampliación a menudo da como resultado una calidad de imagen degradada, especialmente en FSR, al introducir varios tipos de artefactos como desenfoque, pérdida de detalle y distorsión visual. Estos efectos son especialmente notables cuando se compara la mejora con la alta resolución nativa, donde esta última proporciona imágenes significativamente más limpias y detalladas. Usar upscaling en lugar de mejorar el hardware u optimizar el código del juego puede percibirse como un intento de enmascarar la falta de rendimiento del hardware.
Además, la ampliación puede engañar a los usuarios sobre el rendimiento real de una tarjeta gráfica. Los fabricantes pueden utilizar el escalado como una forma de aumentar artificialmente los FPS en los juegos, lo que no refleja las capacidades reales del hardware. Esto socava la confianza del consumidor porque la mejora real del rendimiento no coincide con las afirmaciones.
A la luz de estos factores, la ampliación debe verse como una solución temporal y no como un reemplazo de las mejoras técnicas necesarias o el desarrollo de software más eficiente. Los consumidores deberían exigir más transparencia a los fabricantes con respecto al uso de la ampliación y su impacto en la calidad de la imagen y el rendimiento general del sistema. Al lanzar juegos, debido a una optimización insuficiente, pueden surgir los siguientes problemas:
La resolución nativa proporciona las imágenes más precisas y claras porque cada píxel de la pantalla se representa de acuerdo con los datos calculados directamente por la GPU. Esto es especialmente importante en aplicaciones profesionales como diseño gráfico, producción de vídeo y desarrollo de juegos, donde la precisión y el detalle del color son fundamentales.
Es importante diferenciar claramente entre el rendimiento logrado mediante la ampliación y los resultados obtenidos con la resolución nativa. La ampliación, a pesar de su capacidad para mejorar el rendimiento del hardware, introduce compromisos en la calidad de la imagen que no deben mezclarse con el rendimiento de la resolución nativa. La transparencia al mostrar estas diferencias es fundamental para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas entre el rendimiento del mundo real y la calidad de los gráficos.
En conclusión, si bien las tecnologías de mejora de escala pueden ser útiles e importantes para mejorar el rendimiento en ciertos escenarios, no deben usarse como reemplazo de la resolución nativa, que proporciona la mejor calidad de imagen. Los fabricantes deben esforzarse por lograr un equilibrio entre rendimiento y calidad mientras se esfuerzan por mejorar el rendimiento de la resolución nativa de sus tarjetas gráficas.